México, Centro Basilea de Investigación y Apoyo-Comunidad Teológica de México-
CETELA-CMIRP-FLATER, 2020.
Rescatar la figura de Juan Amador es ante todo sacar a la luz el caldo de cultivo que permitió asentar la opción religiosa disidente articulándola a una cultura política liberal que se había radicalizado con las luchas iniciadas en 1854 que llevaron a la Constitución liberal de 1857 y con la Guerra de los Tres Años que condujo al triunfo de las Leyes de Reforma, constitucionales a partir de 1873. Interesarse por Amador es la premisa indispensable para entrar en el rescate de una memoria colectiva mexicana aun en buena parte desconocida, vale decir la memoria del liberalismo popular mexicano de mediados del siglo XIX y de sus raíces religiosas disidentes.
JEAN-PIERRE BASTIAN
Algunos lectores de Villa de Cos, Zacatecas, pudieron desde el uso íntimo de la razón, interpretar y tomar una postura respecto al contexto político y religioso. Dichas ideas fueron compartidas con otros individuos en espacios generalmente dominados por la Iglesia católica, donde no fueran escuchadas y no pudieran crear posturas revolucionarias. Quienes compartían la opinión de aquellos lectores se reunieron en espacios privados que conformaron una esfera social, desde la cual pudieron discutir temas afines en torno a impresos como libros, prensa, folletos o la Biblia. De esta manera la secularización, los espacios y las esferas permitieron explicar la disidencia religiosa a partir de las ideas liberales que se oponían al statu quo y dominación de la Iglesia católica.
CHRISTIAN M. BARRAZA LOERA
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PRESENTACIÓN
DE JUAN AMADOR: DOCUMENTOS MILITANTES DESDE VILLA DE COS (1856-1872), EN LOS 150 AÑOS DE
LA IGLESIA PRESBITERIANA EL SINAÍ
Christian
Manuel Barraza Loera
12
de julio de 2020
Quiero agradecer a
Leopoldo Cervantes y Dan González por considerarme en la presentación de esta
obra que tiene a bien reconocer el trabajo de Juan Amador como precursor de la
Iglesia el Sinaí en Villa de Cos, Zacatecas, que celebra 150 años.
El trabajo realizado
por Leopoldo Cervantes discute las diferentes visiones y propuestas sobre el
inicio de la Iglesia Presbiteriana en México y Zacatecas, con esto pone en
evidencia el necesario análisis para encontrar el origen de la misma. Así, el
texto que nos presenta no sólo se convierte en esta antesala que rescata las
diferentes discusiones sobre el origen, sino que también permite generar mayor
identidad histórica entre sus integrantes, además de convertirse en fuente
obligada para quienes quieran adentrarse, desde la perspectiva histórica, en el
tema de la incursión de religiones no católicas a México.
Antes de continuar quiero
aclarar que mi intención en esta intervención, será recalcar la importancia que
hay en los datos que retoma Cervantes Ortiz, mismos que nos permiten
identificar a los personajes que promovieron la creación de un grupo evangélico
que disintió de la Iglesia católica, y que debió enfrentarse a un contexto
político, social y cultural adverso, debido a la memoria colectiva que marcaba
la intolerancia de culto desde la Constitución de 1824.
Pese a que la
intolerancia de culto no cesó ni con la Constitución de 1857, ni con las leyes
seculares del periodo de Reforma, este grupo (el disidente) fue in crescendo poco a poco hasta
convertirse en una congregación fuerte que permitió un trabajo bilateral entre
el gobierno y ésta, es decir, mientras que la congregación acataba las leyes y
legitimaba con esto el poder del Estado, éste “protegía” el libre credo y
asociación de los ciudadanos.
Así, la obra que se
presenta ahora: Juan Amador: Documentos militantes desde Villa de Cos (1856-1872),
nos contextualiza en el periodo del constituyente tras el triunfo liberal del
Plan de Ayutla, pasando por la Constitución de 1857, Leyes de Reforma, II
Imperio y el definitivo triunfo liberal tras la caída de éste último, lo que
nos permite entender que la creación de estos documentos estuvo rodeada de
cambios políticos constantes.
Por otro lado, la
mayoría conocemos o habremos escuchado hablar de Juan Amador, de quien Leopoldo
Cervantes ya ha realizado previas investigaciones, y que ahora ha hecho bien al
ubicarlo en su espacio geográfico como lo fue Villa de Cos, Zacatecas, pues nos
permite darle mayor identidad.
Nadie mejor que Dan
González podría describirnos el espacio que posiblemente inspiró a la creación
de estos documentos, no obstante, Juan Amador logró hacerlo en su folleto
titulado: Apocalipsis o Revelación de un Sansculote, en el que inicia hablando
de una Villa como punto de partida, haciendo suponer que se trataba de Villa de
Cos, de la que señaló el contexto político, social y religioso de aquel lugar,
resaltando las largas distancias que había entre una y otra población, así como
las pocas personas que las habitaban.
Resaltando este
distanciamiento geográfico entre las poblaciones, o bien podríamos decir entre
Cos y la capital zacatecana, Amador llegó a reclamar la poca presencia
eclesiástica en zonas rurales como seguramente pasaba en aquel momento en la
Villa, además de que no tenían la calidad moral para predicar con el ejemplo,
datos que podemos encontrar en el Sansculote y en muchos de sus artículos
publicados en La Antorcha Evangélica.
La importancia de estos
datos, resuenan cuando conocemos el interés que tuvo Amador por el evangelio y
por procurar que la población lo conociera, cumpliendo otra de sus demandas que
era la democratización de los saberes religiosos.
Finalmente, la
interpretación que hizo en el Sansculote, evidenció además de su
anticlericalismo, su desprecio al régimen santanista y a la reproducción de las
prácticas y formas asociativas del Antiguo Régimen; es decir, las que se
oponían al pretendido sistema republicano, democrático y moderno propuesto por
los liberales.
Por otro lado, me
parece importante resaltar la manera en que inicia el documento, un epígrafe que
engloba los hechos histórico- políticos con que inició el movimiento disidente
al catolicismo. El epígrafe como podrán
leer, es una cita de Juan Amador en el discurso que dirigió al pueblo de Villa
de Cos, Zacatecas para jurar la Constitución, un acto solemne que se había
realizado desde las primeras constituciones, al igual que, en cada momento que
una autoridad civil tomaba un cargo público. Por qué me detengo
justo a analizar este fragmento, bueno, pues primero porque sigue mostrando el
apego que había entre el cuerpo político con la religión, recordando que en
aquel entonces este tipo de actos era legitimado por la presencia eclesiástica,
sin embargo, la propuesta que hacía Amador no hablaba del clero católico, sino
que iba más allá, o sea, legitimar el poder a través del objeto que utilizaba
el clero para legitimar; dicho de otro modo, legitimar el poder civil con los
textos sagrados, sacando de la ecuación a la Iglesia católica.
Esto se puede traducir
con el inicio de una cultura política secular, aunque no laica, pero sí que
comenzaba un proceso de separación entre figuras religiosas para enfocarse en
los objetos sagrados. Entonces, además de
resaltar a Juan Amador como liberal radical y anticlerical, también es
interesante ubicarlo en su justa posición como precursor del protestantismo en
México, pues al analizar la influencia que dejaron en él las lecturas
ilustradas, podemos entender su posición separatista que también se vio
influenciada, evidentemente, por la presencia de un extranjero como lo fue
Grayson Mallet Prevost, pero, sin eliminar su poder agente, individual, su
libertad de decisión y de acción que terminó por provocar la separación entre
un grupo de personas en aquella Villa, con la Iglesia católica desde los
primeros años de la década de 1860, adscribiéndose a la Iglesia Presbiteriana a
partir de 1872 cuando llegó el primer misionero estadounidense de nombre Paul
Pitkin, que había estado en Colombia antes de ser enviado a aquella Villa.
Leopoldo Cervantes no
deja afuera las primeras relaciones que hubo entre la congregación de la Villa
con los bautistas, hecho que está señalado en los primeros número de La
Antorcha Evangélica, donde también están señaladas las primeras relaciones que
hubo con los colportores establecidos en Nuevo León y que dependían de aquella Iglesia;
aunque posteriormente se relacionarían con los agentes bíblicos enviados por
Melinda Rankin.
El inicio de la Iglesia
Presbiteriana no puede estar siquiera alejada del contexto político, recordemos
que de no haber sido por todos los eventos surgido durante el periodo de la
Revolución de Ayutla y de las Leyes de Reformas no habría sido posible la Ley
de Libertad de Cultos en diciembre de 1860, y que decir de la libertad de
imprenta que dio pie a la difusión de ideas alternas al catolicismo o a la
difusión de textos bíblicos; también, a la libre asociación que permitió la
lectura bíblica para formar posteriormente grupos evangélicos.
Hay que precisar que
fue en Villa de Cos, Zacatecas, donde la presencia de liberales como Amador y
Cosío, permitió la formación de un movimiento evangélico que no se debió a
situaciones azarosas, es decir, se debió a un cúmulo de eventos que permitieron
a estos liberales, construir una alternativa religiosa, eventos que Amador dejó
expuestos en el Sansculote, en su discurso al pueblo de Villa de Cos, en su
crítica a los papás, artículos publicados en La Antorcha Evangélica, etcétera.
El inicio del o de los
protestantismos mexicanos, no pueden quedar exentos del contexto político de la
época, si bien tuvieron agencia propia, también se deben a estos, por ejemplo, en
los primeros años del México Independiente, un inglés James Thomson, a quien
Carlos Martínez ha trabajado a profundidad, intentó repartir biblias en México,
aunque sin el triunfo esperado, pues la política y sociedad intolerante del
momento no lo permitió, pues el hecho de que la Constitución de 1824 marcara a la
religión católica como única y protegida por el Estado sin tolerancia de
ninguna otra, cerró las puertas al posible trabajo evangélico o distribución de
biblias de otros extranjeros, lo que no quiere decir que no se haya hecho; el caso
de este inglés fue tan desafortunado que terminó siendo perseguido por la
población de Aguascalientes y Zacatecas por intentar vender sus biblias;
entonces, se debe observar en su total contexto el surgimiento de la disidencia
y el arribo de agentes bíblicos, para después observar el arribo de misioneros
provenientes de diversas iglesias como presbiterianos, metodistas, congregacionales, bautistas, etcétera.
Dicho de otro modo, el
surgimiento de la Iglesia Presbiteriana en Zacatecas no se debe al hecho de que
Paul Pitkin hubiera llegado a México en 1872 junto a Maxwell Phillips y Henry
Clifort Thomson, quienes también pertenecían a la Iglesia Presbiteriana del
Norte y quienes ocuparían la plaza de Zacatecas después de que Pitkin dejara
dicha congregación. A su arribo encontraron
una congregación hecha, y que sí había estado favorecida por las relaciones que
el Dr. Prevost había hecho previamente con Melinda Rankin y la Iglesia
Presbiteriana en Filadelfia, pero, cabe aclarar que estas relaciones no hubieran
tenido ningún efecto si no hubiera sido por la determinación política y apego
que tuvo Juan Amador al evangelio.